
El anuncio suena bien, la promesa entusiasma: público visitante de vuelta en el fútbol local. La postal que muchos añoran, la pasión de hinchas compartida, colores que se mezclan en las tribunas. Pero… ¿estamos listos para asumir este desafío?
Porque más allá de la ilusión, la realidad es otra. La realidad nos dice que no tenemos los recursos necesarios. La policía sigue trabajando con lo que tiene –que muchas veces es poco–. No hay suficientes chalecos, móviles, personal capacitado. Y si ya cuesta controlar un partido con una sola hinchada, ¿qué pasará cuando tengamos cuatro o cinco partidos en un mismo día, todos concentrados en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires?
La pregunta incomoda. ¿Estamos listos o simplemente esto es un manotazo político? Un gesto que busca calmar aguas, ganar simpatías, mostrar algo de lo que tanto nos quejamos: que el fútbol es para todos, sin distinción.
Pero el problema es que la seguridad no se improvisa. No basta con una orden política o un anuncio en conferencia de prensa. Hace falta infraestructura, recursos humanos y materiales, planificación a largo plazo. Y también –por qué no decirlo– un cambio cultural profundo, que nos permita vivir el fútbol como un espectáculo, no como una guerra.
Hoy por hoy, la pregunta es más que válida: ¿cómo vamos a garantizar la seguridad de todos si ni siquiera tenemos los elementos básicos para cuidar a quienes nos protegen todos los días?
Esto no es solo fútbol. Es una cuestión social, política y cultural. Es preguntarnos si vamos a poner en riesgo a miles de personas –hinchas, jugadores, trabajadores, fuerzas de seguridad– por una medida que, aunque suene bien, quizás no tenga los cimientos para sostenerse.
La vuelta del público visitante no puede ser un parche ni un manotazo de ahogado. Tiene que ser el resultado de un trabajo serio, comprometido y profundo. Porque si no, lo que empieza como un gesto positivo, puede terminar en tragedia.
¿Estamos listos? Ojalá. Pero si no lo estamos, más vale decirlo a tiempo.
16:26
Comentarios